Sin grandes novedades...

... pero disfrutando al máximo.

Aprovechando una visita a la tierra que me vio nacer, no he perdonado pasarme por la balsa. Acompañado de mi señor padre, hemos echado una hora en el dique, a la sombra, escapando del lorenzo que ya pegaba con fuerza a media mañana.

La treintena larga de fochas se alimentaba en medio de la balsa, acompañadas por otros tantos azulones. Frente a la playa dormitaban los cisnes, y en la isla vigilaba una patiamarilla adulta. La familia de tarros con sus 8 descendientes se alimentaban también aquí y allá, pendientes de los movimientos de la gaviota y de algunos milanos que se movían por la zona. En la playa, además de alguna cigüeñuela, se intuían dos limícolas que podrían ser un archibebe claro y otro oscuro, aunque la distancia y la enorme reverberación hacían imposible una identificación segura.

Aquí la familia tadorna al completo. El 8º pasajero cuesta verlo un poco, pero está. Foto de J. Remírez.

De camino hasta el dique se han dejado ver y oir trigueros, zarceros, escribano soteño, buitrón, bisbita campestre, ruiseñor, jilgueros, pardillos, una familia de carboneros... La vida bullía al calorcillo.

En fin, ¡una maravilla! Hasta la próxima, espero que ya acompañado por el pollito  ;)